En tiempos donde la velocidad parece reinar, el joven músico Óliver originario de Chile, nos invita a hacer una pausa, cerrar los ojos y viajar hacia lo más profundo de nuestras emociones. Con su álbum debut —una selección de 10 reversiones de clásicos románticos— nos entrega una obra fresca, nostálgica y profundamente emocional que busca conectar con los recuerdos, los afectos y la belleza atemporal de las baladas.
Una carta de amor a la música de siempre
«Quise hacer un disco que tocara el corazón, que pudiera ser la banda sonora de recuerdos importantes, de amores pasados, de momentos que quedaron grabados en la memoria», confiesa Óliver. Su álbum se presenta como un tributo sincero a los grandes intérpretes del pasado, con arreglos actuales y una interpretación vocal honesta, íntima y llena de sentimiento.
Su estilo transita por el pop melódico contemporáneo, pero incorpora toques de jazz, salsa, rock suave y otros géneros tradicionalmente ligados al romanticismo musical. Esta fusión da como resultado una propuesta moderna que respeta la esencia emocional de los temas originales.
Influencias que inspiran desde lo clásico hasta lo popular
La identidad artística de Óliver se construye sobre una base sólida de influencias que van desde Frank Sinatra, Camilo Sesto y Raphael, hasta Vicente Fernández, Bee Gees y Soda Stereo. “Cada una de esas voces tiene algo único que me inspira”, señala. También menciona con cariño a Zalo Reyes y Los Ángeles Negros, íconos indiscutibles del romanticismo en español.
Un camino que comenzó en Pudahuel y encontró su voz en España
Nacido en Pudahuel, Santiago de Chile, Óliver dio sus primeros pasos en talleres municipales de arte, y posteriormente egresó de la Academia Vocal Music Pro, donde desarrolló su talento vocal y escénico. Sin embargo, fue en un viaje a España donde vivió una experiencia transformadora. Una frase pronunciada por un familiar se convirtió en el motor de su vocación:
«Sigue cantando, porque la vida es una canción.»
Ese mensaje fue el punto de inflexión que lo llevó a tomar la música como camino de vida.
Un trabajo meticuloso junto a René Calderón
La producción del álbum estuvo a cargo de René Calderón, destacado músico y productor nacional, quien no solo aportó su experiencia, sino también su visión artística. “Trabajar en este proyecto fue muy motivador. Oliver es un chico con mucho talento y un rigor profesional admirable. Decidimos hacer un disco que rindiera homenaje a los grandes intérpretes chilenos, reimaginando esas canciones que hablan del amor y el desamor con profundidad y autenticidad”, comenta Calderón.
La grabación tomó cerca de un año e implicó un proceso emocional y artístico exigente: estudio, ensayos meticulosos y una conexión real con cada letra e interpretación. “Cada canción fue un desafío y una oportunidad para crecer”, afirma Óliver.
Presente en los escenarios y en los corazones
Oliver ya ha demostrado su talento en importantes escenarios chilenos como el Enjoy de Viña del Mar, el Teatro Caupolicán y la SCD de Bellavista. Uno de sus hitos fue telonear a la leyenda del rock argentino Nito Mestre, un momento que recuerda con emoción y gratitud.
Mirando hacia el futuro, sueña con presentarse en grandes festivales como el Festival del Huaso de Olmué y el Festival de Viña del Mar, lugares emblemáticos donde se han consagrado grandes artistas latinoamericanos.
Romántico, resiliente y auténtico
“Mi público son personas románticas, resilientes y valientes, que saben apreciar la belleza del ayer y mantienen la esperanza en el mañana”, dice Oliver. Su mensaje es claro: la música no solo entretiene, también acompaña, sana y recuerda.
Con un estilo que abraza lo clásico sin miedo a lo nuevo, Óliver se posiciona como una voz emergente con un respeto profundo por la tradición musical, pero con la mirada puesta en el futuro. Su álbum debut ya está disponible en Spotify, iTunes, Apple Music, Deezer, Amazon Music y más.
“Este álbum invita a detenerse y volver a sentir”, asegura el artista. Y sin duda, eso es exactamente lo que logra.
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